La primera vez que probé los momos fue en McLeod Ganj. Creo que fue en aquél restaurante al que solíamos ir por las noches a calentar el cuerpo con una sopita thenthuk. Probablemente, nos los descubriera un chico francés que recorría el mundo buscando minerales y gurús milagrosos que aliviaran una enfermedad para la que la «medicina occidental» aún no había encontrado cura.
Los momos son una especie de ravioli que se consume cocido o frito. En el norte de la India y Nepal, el relleno suele ser principalmente de dos tipos: el vegetal (generalmente col y zanahoria) y el de queso.
Desde esa primera vez en McLeod Ganj, no paré de comer momos hasta que volví al centro de India. A Mr. Singh también le fascinan y de vez en cuando saliva acordándose de tan suculento manjar.
Ahora que he empezado una nueva «aventura asiática», he aprendido que en Japón se consume algo parecido bajo el nombre de «gyozas» Así que hace un par de días, bajé a la tienda de ultramarinos japoneses más cercana a hacerme con un par de cajas con las que sorprender a Mr. Singh.
No estaban malas, aunque no sabían igual… claro que el entorno también influye…